Blas Infante en el 28 de febrero de 1980.
Manuel Hijano del Río
Universidad de Málaga

Como ya ocurrió con los días próximos a la manifestación del 4 de diciembre de 1977, Blas Infante fue un personaje citado, usado y recordado en los albores del referéndum del 28 de febrero de 1980. En los meses anteriores a esa fecha, diversos artículos de opinión y declaraciones de líderes políticos aludieron al futuro Padre de la Patria Andaluza.
Si realizamos una búsqueda en la hemeroteca del diario ABC, como representante de los numerosos medios escritos de ese momento, y remontándonos tan solo a los dos primeros meses de 1980, encontramos referencias al líder andalucista. Con su estudio, podemos descubrir cuál fue el papel asignado. En este documento adjuntamos los originales digitalizados de las páginas de ese periódico extraídos de su hemeroteca. Veamos cuáles y cómo.

Son dos los motivos. En primer lugar, Blas Infante apareció en artículos que difundían su trayectoria, su vida y su obra. Infante era desconocido por la inmensa mayoría de los andaluces y andaluzas y esa labor era imprescindible. En esos meses, el profesor Alfonso Braojos publicó varios artículos, recurriendo a la prensa histórica como fuente, para dar a conocer algunos hechos del proceso autonómico de la Segunda República; o el también docente Juan Manuel Cuenca Toribio, escribió otro trabajo sobre Infante.
Por otro lado, M. Ángeles Infante y el Presidente de la Junta preautonómica, Rafael Escudero, presentaron el libro Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo de Blas Infante el 23 de febrero de 1980. En esas fechas, se escribía sobre la conveniencia de declarar el hogar de Infante como “monumento histórico”, ya que la Casa de la Alegría de Coria del Río era un espacio de veneración de los andaluces de inmenso valor histórico y artístico.
Infante, en segundo lugar, se mencionaba en los debates y actos políticos. En tan solo dos meses y buscando solo en ABC, encontramos varios ejemplos:

El más significativo fue sin duda cuando Rafael Escudero tremoló su bandera el 17 de febrero en el Pabellón Real de Sevilla, en un acto protagonizado por los alcaldes de las ocho capitales andaluzas en representación de los ayuntamientos que habían aprobado el comienzo de la iniciativa autonómica por el artículo 151. Esa bandera de Infante la prestaron sus hijas M. Luisa y M. Ángeles a Rafael Escudero, días antes. Un gesto simbólico de apoyo a la Junta. Otra mención la encontramos el 9 de febrero. En ese día, se reunió la Asamblea de Parlamentarios andaluces en Granada, a la que asistieron 48 representantes del PSOE, PCA y PSA. En este encuentro, se aprobó una resolución para pedir el voto afirmativo en el referéndum del 28F, e incluyeron la frase “la bandera de Blas Infante debe ser símbolo de una Andalucía unida”.
Y en cuanto a nombres propios, observamos dos: Rojas Marcos, cuando fue preguntado por las diferencias entre nacionalidad y región de la Constitución, aludió a cómo las definió Infante; mientras que el socialista Luis Yáñez citó el lema infantiano de “Andalucía por sí, para España y la Humanidad” como demostración de que Andalucía no era separatista.
Son apresurados apuntes que invitan a realizar un análisis más profundo sobre cómo Blas Infante fue protagonista, años después de su asesinato, de la Transición y del proceso autonómico.

Aquí puedes descargar el documento original con las noticias escaneadas: Blas Infante en el 28 de febrero de 1980

Estos días conmemoramos el 90 aniversario de la Asamblea Regional Andaluza. Un encuentro celebrado entre los días 29 al 31 de enero de 1933 en el Círculo de la Amistad de la ciudad de Córdoba donde asistieron 240 representantes de 73 ayuntamientos andaluces. Además, el encuentro contó con la adhesión de otros 98 municipios que no pudieron asistir. En total, casi 200 concejos y otro buen número de entidades de diversa índole se dieron cita en la ciudad de la Mezquita para aprobar un texto inicial, que sirviera para un futuro Estatuto de Autonomía. Este documento que presentamos es el ratificado por los presentes. El denominado “Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Andalucía, aprobado por la Asamblea Regional Andaluza reunida en la ciudad de Córdoba los días 29, 30 Y 31 de enero de 1933”.

Con esta Asamblea, se daba un primer paso muy relevante para conseguir la autonomía. El proceso autonómico -que en Andalucía empezó en junio de 1931, solo dos meses después de proclamada la Segunda República- alcanzó un momento culminante que se continuaría a partir de mayo de 1936. El Golpe de Estado de julio de ese año y la Guerra Civil trastocaron todos los planes. Blas Infante fue asesinado y Andalucía se quedó sin su Estatuto.

Manuel Hijano del Río

Profesor de la Universidad de Málaga.

Aquí puedes descargar el documento original digitalizado: Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía de Andalucía

Entre los días 27 y 29 de octubre de 1883, los federales andaluces se reunieron en Antequera para aprobar la “Constitución Federal Andaluza”. Es un texto conocido y estudiado en profundidad por los profesores Acosta Sánchez y, más recientemente, Rubén Pérez Trujillano. Se trata de una iniciativa para constituir una República Federal construida desde abajo hacia arriba, partiendo del municipio hasta la Federación de Andalucía. El documento expresa en su primer artículo el conocido texto: “Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instituyen por este Pacto”.

Desde la Fundación Blas Infante, queremos rendir homenaje a este proyecto que tanto influyó en la obra del Padre de la Patria Andaluza, publicando unas actas del Ayuntamiento antequerano de la Segunda República donde se demuestra la vinculación andalucista de la localidad expresada por medio de sus concejales.

Concretamente, se muestran las actas de seis fechas: las dos primeras tratan del nombramiento de un representante del municipio a la Asamblea Regional Andaluza celebrada en Córdoba en enero de 1933, donde se aprobará un proyecto de bases del Estatuto Andaluz. En esos debates, el concejal Juan Cuadra señala que esta ciudad no puede quedar “fuera”, máxime cuando Antequera fue el lugar donde “se confeccionaron las primeras conclusiones autonomistas en el año 1883”.

Como es bien conocido, la Asamblea cordobesa aprobó las Bases para el Estatuto Andaluz, asunto que se retomó de nuevo en 1936, tras el bienio radical-cedista. En julio de 1936, se celebra un nuevo encuentro en Sevilla para aprobar el texto estatutario que sería sometido a referéndum y al mismo asiste el Alcalde Antonio García Prieto quien acepta, según el acta del 3 de julio, “complacidísimo el cargo por cuanto es un fervoroso entusiasta de la iniciativa y a tal efecto se extiende en consideraciones para poner de realce las grandes ventajas que los municipios andaluces habrían de obtener con la consecución del Estatuto en todos los órdenes de la vida oficial y señaladamente en el aspecto político”.

Manuel Hijano del Río. Universidad de Málaga. Miembro Consejo Patronato Fundación Blas
Infante.

Buenos días, autoridades, señoras y señores, amigos todos.

Hoy 10 de agosto, como venimos haciendo ininterrumpidamente los últimos 41 años, nos encontramos de nuevo en este lugar para conmemorar el 86 aniversario del asesinato de Blas Infante, junto con otros compañeros al igual que el, procedentes de la prisión provisional que el ejército golpista de Queipo de Llano había establecido en el cine Jáuregui de la sevillana Puerta Osario, donde Infante pasó sus últimos días desde su detención en su casa de Coria del Río el 2 de agosto de 1936.

Deseo agradeceros vuestra asistencia y sobre todo el cariño y el respeto con el que tratáis la memoria y el legado de Blas Infante.

Quiero iniciar mi intervención con un emotivo recuerdo para todos los miembros del Patronato de la Fundación Blas Infante que por diversos motivos no nos pueden acompañar en fecha tan señalada, o que ya no están entre nosotros como es el caso de Pedro Ruiz Berdejo, tantos años vicepresidente de nuestra Fundación y que nos dejó hace unos algunos meses. Vaya desde aquí nuestro más respetuoso recuerdo.

Quiero insistir en que esta convocatoria que anualmente organiza la Fundación Blas Infante es abierta; no es partidista, ni tampoco institucional y hacemos un llamamiento a colectivos, entidades y particulares, para que pueda ser en la mas amplia medida posible un homenaje a Blas Infante, en el que nadie pueda sentirse excluido, ni siquiera los que cobardemente escondidos en determinadas redes sociales tratan de manipular y difamar su legado y su memoria. Aquí estamos por si necesitan algún tipo de aclaración.

Blas Infante, fue el primero que comprendió la historia de Andalucía, a partir de la historia de una nación propia, nunca como miembro de un pais conquistado, sino como un todo en sí, por lo que consideraba necesario asumir una previa toma de conciencia y afirma: Los andaluces tenemos que acostumbrarnos a no sentirnos agraviados permanentemente. Debemos sentir la tremenda responsabilidad que como andaluces tenemos y esa será nuestra gran fuerza.

En su lucha permanente por regenerar Andalucía, trata de crear una conciencia andaluza, dar a conocer el brillante pasado de esta tierra y fortalecer el espíritu andaluz.

Con la obra cultural y política de Blas Infante se podrá discrepar, pero no se puede negar la ejemplar dedicación de su vida a la entonces dificilísima tarea de buscar la identidad de un pueblo tan complejo y heterogéneo como el andaluz en el que siempre creyó.

Cuando hablaba de lo que Andalucía tenía que hacer por sí misma, se refería a un ambicioso impulso interior y exterior. Lo explicaba con absoluta claridad en un texto escrito en 1921, con estas palabras llenas de generosidad y visión de futuro: “El fin de la existencia de un pueblo es engrandecerse por sí, por el propio esfuerzo y dolor, pero no para sí, sino para la solidaridad entre los hombres y los demás pueblos”.

Para nosotros Blas Infante nunca morirá. Entre la vida y la muerte de este hombre hay una historia apasionante elaborada entre las esperanzas y los fracasos. Una historia que recorre en el tiempo las evoluciones ideológicas de un hombre incomprendido en su momento y la soledad que le acompañó durante largos periodos.

La vida de Blas Infante está indisolublemente unida al devenir de la época en Andalucía, es más, es un pedazo de su historia. Toda su trayectoria vital es un compromiso ético con Andalucía y con la justicia, truncada a una edad temprana. 51 años, dejando una viuda con 45 años y 4 hijos pequeños. La hija mayor tenía 8 años

En contra de la intención de quienes perpetraron aquella infamia, tal día como hoy 86 años atrás, en este recodo de la vieja carretera de Carmona, es hoy una cita anual con la vida, no con la muerte y un grito de esperanza y no de silencio como algunos pretendían y otros pretenden hoy.

Por todo ello, este lugar debe convertirse en lanzadera de las aspiraciones andaluzas y esta conmemoración en un nuevo y apasionante desafío, porque Blas Infante sigue vivo entre nosotros y la huella que significó su vida y en especial su gesto ejemplar en el trance supremo, pervive en las aspiraciones y exigencias de nuestro pueblo y en sus ansias de liberación, de cultura y de progreso.

Permítanme finalizar con las palabras que Blas Infante improvisó y que sirvieron de homenaje, a nuestra bandera verde, blanca y verde, tras izarla en el Ayuntamiento de Cádiz el día 13 de julio de 1936 y que parecía una premonición del inminente golpe militar:

“La bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón. Bueno está el símbolo airoso que ahora ondea al viento, pero tengamos cuidado no vaya a venir un huracán y se lleve no solo al símbolo, sino a nosotros, por eso la debemos velar permanentemente, como si estuviera en un templo, a la presencia de nuestros sentimientos, con ansia de quererla como representación del afán de amor para nosotros mismos, para España y la Humanidad»

Con un especial y emotivo recuerdo para todos los que por sus ideas y oposición a la sublevación militar de aquel infausto 18 de julio, fueron represaliados y de forma muy especial a los fusilados con Blas Infante en este mismo lugar.

Muchas gracias.

VIVA ANDALUCIA LIBRE

 

Hermanas andaluzas y hermanos andaluces, es para mi un honor intervenir en este acto con el que la Fundación Blas Infante, año tras año, convoca a todas las personas andaluzas de conciencia en recuerdo del impune asesinato de Blas Infante por haberse atrevido a reclamar paz y esperanza bajo el sol de nuestra tierra.

Una paz que, a diferencia de los que hoy, en un desvergonzado ejercicio de cinismo, llaman a la guerra para supuestamente preservarla, él entendía solo posible a través de la lucha por la consecución de la igualdad y la libertad de todos los seres humanos, individualmente, y de todos los pueblos, colectivamente.

El grito de Viva Andalucía Libre, banalizado por quienes no creen en Andalucía cuando, forzados por el protocolo institucional, se ven obligados a repetir rutinariamente la letra del himno que él compusiera, constituye toda una declaración revolucionaria. Grito que tiene el mismo significado que el que elevara José Martí llamando a la lucha por la liberación del pueblo cubano del mismo poder opresor que el que soportaba y continúa soportando Andalucía.

Libertad que, a diferencia del significado que le dan los que hoy pretenden secuestrarla, cargado de egoísmo, individualismo y consumismo, no puede existir si no es compartida, si no es comunitaria, si no está basada en la igualdad y la justicia que establezcan las mismas posibilidades de ejercerla para quienquiera que sea la persona, independientemente de la clase, el sexo, las creencias o cualquier otra categoría social a la que sea adscrita. Por lo tanto, la libertad sin soberanía, sin la capacidad de decidir, sea esta individual o colectiva, es una falacia.

Una persona o un pueblo no serán nunca realmente libres si no pueden decidir sobre ellos mismos y su futuro de manera real y efectiva. Esto es lo que dota a la palabra libertad de todo su más profundo y verdadero contenido.

Blas Infante, al mostrarnos que conseguir la libertad por parte del pueblo andaluz es el objetivo fundamental para lograr su emancipación, fue un revolucionario. Un revolucionario que entendía la revolución en su auténtico sentido de transformación radical de situaciones injustas, en las que las mayorías sociales y los pueblos se encuentran sometidos y de las que necesitan liberarse para poder ser ellos mismos.

Un revolucionario de nuevo cuño que, a diferencia de otros como el propio Martí, antes de él, o de Ernesto Che Guevara o Malcom X, más tarde, y adelantándose a revolucionarios posteriores, como Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela, siempre entendió que debía producirse por vía pacífica, por muy justo y legítimo que pueda ser el recurso a la fuerza para hacer frente a la violencia sistemáticamente ejercida por el opresor.

Pacifismo, señalado por él como uno de los rasgos esenciales de la cultura del pueblo andaluz, que, como él nos demostró con su propia vida y actuación, no debe entenderse como pasividad ni conformismo, ni tiene que estar reñido con la firmeza y la determinación.

Quizás sea este espíritu revolucionario que inspira su pensamiento y su visión de la liberación de Andalucía lo explique la animadversión que despertaba y despierta en quienes, incluso apropiándose del magro fruto de la lucha del pueblo andaluz por su autonomía, tratan de manchar su memoria o, lo que casi es peor, porque no ofende quien quiere sino quien puede,

trivializar su figura y su obra, intentando vaciarla de esa significación revolucionaria que cuestionaba y cuestiona de manera contundente lo que los defensores del orden establecido consideran “estado natural de las cosas” en el que Andalucía debería seguir ocupando sumisamente la posición de territorio colonizado, subalterno y dependiente.

En un tiempo oscuro en el que parece que todo se derrumba, en el que los pocos avances conseguidos en derechos individuales y colectivos están en riesgo cierto de perderse; de profunda crisis cultural y de valores, en el que la lógica del mercado penetra hasta lo más profundo de nuestras vidas, haciéndonos seres cada vez más egoístas e insolidarios, es cuando más necesario se hace reivindicar la luz del pensamiento revolucionario de Blas Infante.

Reivindicación que, para quienes mantenemos su memoria y seguimos siendo inspirados por sus obras, tiene que ser activa.

Debemos, pues, sobreponernos al desánimo, la melancolía y el adocenamiento a los que la actual situación nos puede empujar, y asumir, cada quién en la medida de sus posibilidades y capacidades, esa acción pedagógica que proponía Infante como la metodología para poder lograr dicha transformación revolucionaria de los espíritus y de las conciencias, sobre los que puedan generarse las condiciones materiales para el establecimiento de una auténtica sociedad humana basada en los principios de la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad y la solidaridad entre todas personas y entre todos los pueblos.

Es este el sentido de las siguientes palabras con las que Blas Infante, en el Manifiesto de las Juntas Liberalistas de 1931, en circunstancias desgraciadamente no tan diferentes de las actuales, nos llamaba a levantarnos:

Cuando la muda y terrible interrogación del hambre jornalera, escándalo del mundo, se proyecte sobre España, como una trágica y secular acusación, no recibid limosnas gubernamentales de mayor o menor cuantía, las cuales resienten a nuestra dignidad; no ingerir en sustitución de derechos efectivos, informes burocráticos y promesas de solución. Levantaos: tomad vuestra tierra. 

Palabras que hoy adquieren un renovado valor cuando, a la situación de los actuales jornaleros agrícolas o de la hostelería, sobre cuya explotación sigue sustentándose buena parte de la economía en nuestra tierra, se añaden todas aquellas personas empobrecidas y excluidas que constituyen ese más del cuarenta por ciento de la población andaluza en situación de pobreza o en riesgo de verse en ella debido a la precarización a la que conduce el modelo económico depredador que se nos impone.

Para enfrentar esta inaceptable situación nos hace falta un Blas Infante vivo que, con su pensamiento y su ejemplo, vuelva a impulsar la lucha por la liberación de nuestra tierra, hasta sus últimas consecuencias.

Recordemos las palabras que pronunciara poco antes de su vil asesinato:

«No os rebajéis más pidiendo la libertad”

para afirmar que la auténtica libertad es la que se alcanza por la decisión de un pueblo, no por concesión graciosa de los que se la tienen secuestrada y se benefician de ello.

Este es, este debe ser, por respeto a su memoria y a su ejemplo, el auténtico sentido de nuestras palabras y de nuestro compromiso al proclamar nuestro lema:

¡Viva Andalucía Libre!

Hermanas y hermanos andaluces:

Aquí, tal día como hoy, asesinaron a Blas Infante. Y aquí, cada 10 de agosto, volvemos para que no se olvide esta infamia, y para que nadie se atreva a repetirla y matar nuestro futuro. Lo hacemos en un acto libre, sobrio, abierto, plural y ciudadano, organizado por la Fundación que lleva su nombre y que custodia su legado, sin más protocolo que el silencio y el respeto que merecen los que dejaron la vida antes de tiempo. Porque en esta misma tierra y bajo este mismo cielo, no sólo mataron a Blas Infante, un hombre bueno que aspiró a liberar al pueblo andaluz como liberaba a los pájaros de sus jaulas. También asesinaron al que fuera alcalde de Sevilla, José González Fernández de La Bandera; al diputado socialista, Manuel Barrios; al masón Fermín Zayas; y al teniente alcalde del Ayuntamiento de Sevilla y militante de Unión Republicana, Emilio Barbero Núñez. Todos arrojados a una fosa común pero no al olvido, como tantísimas personas inocentes en Andalucía. Sólo en las provincias de Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz hay más represaliados por el franquismo que en las dictaduras chilena y argentina juntas. Cada vez que los nombramos, viven y cobra más fuerza el grito con el que Blas Infante apostilló rebelde cada uno de los disparos que causaron su muerte: ¡Viva Andalucía Libre!


Hemos venido aquí a recordar los recuerdos que no tuvieron. Cada uno de nosotros conserva en el desván de su corazón el gozo que sentimos al contemplar los ojos nuevos de nuestra hija recién nacida; el temblor que nos recorrió el cuerpo al besar por vez primera a la persona que amamos; la desazón al apretar la mano de nuestra madre para impedir que se aleje de nuestro lado como una cometa con el hilo roto. Blas Infante, no. Ellos no. Sus recuerdos se quedaron por hacer, porque sus vidas se quedaron por vivir. Blas Infante no pudo recordar el día que sus hijas se casaron porque sus asesinos hicieron de su traje una mortaja. Blas Infante no pudo ver a sus nietos porque sus ojos siguen clavados en la tierra, huérfanos sin sus gafas. Blas Infante no pudo despedirse de su esposa porque le negaron el derecho al último abrazo antes del adiós definitivo. A Blas Infante le faltan los recuerdos de la vida que no pudo vivir porque fue asesinado. Y a su hijo y a sus hijas les falta el recuerdo del entierro digno de su padre. Un hombre digno como todas las víctimas del franquismo. Lo indigno es que un Estado como el nuestro se haya construido sobre sus huesos. Y que muchos de sus familiares hayan muerto sin el recuerdo de haberse hecho justicia.


Hace poco más de un mes, también fueron arrojados a una fosa común los migrantes que murieron al saltar la valla de Melilla. Se cuentan por miles los que dormirán para siempre en la fosa común del Mediterráneo o del Atlántico, al hundirse las pateras con las que intentaban llegar a una tierra nueva donde fabricar nuevos recuerdos. Ninguno de ellos podrá contar a los suyos de qué color eran los amaneceres más allá del horizonte. Ninguna de ellas podrá amamantar a los hijos que no tuvieron. Ninguno de ellos pudo decirnos su nombre y ninguno de nosotros podrá recordarlo. Decía Blas Infante que en Andalucía no hay extranjeros. Que si me visitas, me sentirás tu huésped, y te sentirás tú, dueño de mi casa. Y es así porque nuestra alma es universal y se entiende en la misma lengua con cualquier alma que venga a dormir a nuestra cama. No somos andaluces por ser hijos de andaluces. Ni siquiera somos andaluces por nacer en Andalucía. Somos andaluces porque hemos decidido libremente serlo. Y quienes murieron al intentar cruzar la calle de agua, también querían ser andaluces como tú y como yo. En muchos casos, para ganarse la vida de manera indigna en los surcos y en los andamios. No para morir de manera indigna y sin recuerdos en una fosa cubierta de tierra o de agua.
Recordarlos también es recordar la memoria reciente de nuestro pueblo. De los jornaleros de entonces y los de ahora, sean camareros, becarios, limpiadoras de hotel o cuidadoras. De los que se llamaban Curro o Lola y de los que se llaman Mohamed o Zaida. El color de la sangre y del sudor nos hermana. De aquellos que tuvieron que emigrar a Cataluña o Alemania con la memoria de su pueblo grabada a fuego en la lengua y en los ventrículos, igual que hoy emigran nuestros jóvenes con másteres en la maleta para ganarse la vida lejos de la Andalucía que aman. Tan andaluces son los que se van como los que vienen. Y unos y otros tienen derecho a elegir libremente su presente, aquí, sin tener que renunciar a que sus recuerdos huelan a romero y hierbabuena.


Hemos venido a recordar los recuerdos que no vivió Blas Infante. A recordarle que seguiremos luchando por los sueños que sí soñó. Que nos sentimos orgullosos y orgullosas de ser andaluces porque así lo hemos querido, de nuestra bandera, de nuestro himno, de lo que hemos conseguido y de lo mucho que nos queda por conseguir. Pero, por encima de todo, hemos venido aquí para que cada flor que depositemos al pie de su estatua sea nuestra manera de comprometernos por una Andalucía más libre y solidaria, rindiendo memoria a cada una de las personas que emigraron de esta vida porque lo mataron, o porque no pudieron alcanzar nuestra orilla, o porque tuvieron que marchar de Andalucía como hicieron sus abuelos y abuelas. Hemos venido aquí para recordar, frente a quienes quieren que olvidemos, el grito que Blas Infante nos dejó escrito en el aire para que hoy lo empuñemos con la garganta: ¡Viva Andalucía Libre!

El asesinato de Blas Infante en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936 en Sevilla, no solo supuso una pérdida irreparable para la Andalucía democrática, constitucional y republicana, sino también, como es obvio, para su familia: su esposa y sus hijas (Luisa, María Angeles y Alegría) e hijo (Luis Blas). Al inmenso dolor emocional y afectivo, se le unieron grandes dificultades económicas. María Angustias, la viuda, tuvo que asumir completamente sola el mando de una casa. Un enorme esfuerzo añadido al dolor del asesinato cruel e impune de su marido.

En ese contexto, solo un mes después del crimen, el 13 de septiembre de 1936, María Angustias tuvo que firmar un contrato de arriendo con Salvador González Lamas de las tierras adyacentes a la Casa de Coria del Río para conseguir unos ingresos. Este documento, contenido entre sus manuscritos y anotado con la inscripción de la mano de su biógrafo Enrique Iniesta como AIZ, incluye quince cláusulas como la de otorgar la vigilancia de la finca -recordemos que aún están en plena Guerra Civil-, así como el cultivo y cuidado de naranjos, manzanos, olivos, hortalizas, una vaca -Garbosa-, una becerra -Princesa-, algunos cerdos, colmenas y cinco conejos. Además, se añaden al acuerdo diversos aperos de labranza.

El texto finaliza con la firma de Salvador González y la de “María Angustias García de Infante” (sic).

Manuel Hijano del Río.

 

Buenos días, autoridades, señoras y señores, amigos todos.

Hoy 10 de agosto, se cumplen 85 años del asesinato de Blas Infante en este lugar, en el que vosotros fieles a este día que ya es tradición y herencia compartida, nos volvemos a reunir como lo venimos haciendo ininterrumpidamente los últimos 44 años, para recordar al Padre de la Patria Andaluza y su hombría de bien, para continuar su obra y reiterar nuestro compromiso con Andalucía.

Esta convocatoria que anualmente realiza la Fundación Blas Infante es abierta; no es partidista, ni tampoco institucional.

Hacemos un llamamiento a colectivos, entidades y particulares, para que pueda ser en la más amplia medida posible un homenaje a Blas Infante, en el que nadie pueda sentirse excluido.

Aquí estamos de nuevo, para reivindicar que Blas Infante sigue siendo punto de referencia e irradiación para los andaluces y para subrayar una vez más que aquí recibió un renovado impulso la historia y el futuro de nuestro pueblo.

En contra de la intención de quienes perpetraron aquella infamia en este recodo de la vieja carretera de Carmona, es hoy una cita anual con la vida, no con la muerte y un grito de esperanza y no de silencio como algunos pretendían.

Cada paso que se vio obligado a dar aquella noche Blas Infante, era un paso adelante que daba Andalucía y su proclama final de Viva Andalucía Libre, libre de la incultura, del atraso y de la marginación, ha sido desde entonces un estímulo fundamental para la redención de Andalucía, valga para ello su afirmación en su libro La Verdad sobre Complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía: ANDALUCIA JAMAS FUE ESPIRITUALMENTE UN PUEBLO SERVIL. FUE CREADO POR LA NATURALEZA PUEBLO DE ESPIRITU SEÑOR.

Este lugar debe convertirse por tanto en lanzadera de las aspiraciones andaluzas y esta conmemoración en un nuevo y apasionante desafío, porque Blas Infante sigue vivo entre nosotros y la huella que significó su vida y en especial su gesto ejemplar en el trance supremo, pervive en las aspiraciones y exigencias de nuestro pueblo y en sus ansias de liberación, de cultura y de progreso. Recordemos sus palabras a los acompañantes de este último viaje, momentos antes del fusilamiento.

“NI AUN QUITANDOOS LA VIDA PODRAN QUITAROS LA LIBERTAD. NO OS REBAJEIS MAS PIDIENDO LA LIBERTAD, LIBRES SOIS SI MORIS POR AQUELLO EN QUE HABEIS CREIDO”

Blas Infante nos recordó que los andaluces, no estaban destinados a ocupar un lugar secundario o marginal, ni una posición dependiente y desprovista de esperanzas. Sus escritos, sus investigaciones, su continuo hurgar en las raíces y en la identidad de Andalucía, le llevó a la conclusión de que podíamos y debíamos aspirar a otras metas. Para ello consideraba necesario asumir una previa toma de conciencia y afirma;

Los andaluces tenemos que acostumbrarnos a no sentirnos agraviados permanentemente. Debemos sentir la tremenda responsabilidad que como andaluces tenemos y esa será nuestra gran fuerza.

La voz – el programa- de Blas infante, no fue un simple instrumento de partido o de gobierno. Fue mucho mas: una ética de la convivencia y una esperanza de justicia para su pueblo andaluz, en la existencia de ese pueblo andaluz en el que siempre creyó RECONOCEMOS A ANDALUCIA COMO UNA PATRIA VIVA EN NUESTRAS CONCIENCIAS y en la posibilidad de su liberación del subdesarrollo y la dominación política y puso lo mejor de su energía intelectual y de su vida al servicio de ello.

Un hombre, un esfuerzo, una teoría, un movimiento andaluz, por eso, cuando la descarga ahogó el grito de !Viva Andalucía Libre¡, el esperaba que por cada gota de sangre derramada nacerían nuevas fuerzas para la libertad y autonomía del pueblo andaluz.

Deseo un especial y emotivo recuerdo para todos los que por sus ideas y oposición a la sublevación militar de aquel infausto 18 de julio, fueron represaliados y de forma muy especial a los que cayeron asesinados junto a Blas Infante en este mismo lugar.

Quisiera terminar con un recuerdo emocionado para María de los Ángeles Infante y Pedro Ruiz-Berdejo, presidenta y vicepresidente desde primera hora de la Fundación Blas Infante, que por razones de edad no pueden estar en este acto como sin duda desearían, así como a los 2 patronos de la Fundación fallecidos recientemente: Manuel Herrera Rodas y Manuel Clavero Arévalo.

Permítanme que finalice con el texto que el profesor Clavero dedica al Padre de la Patria Andaluza en su libro El Ser Andaluz “Con su muerte y con su obra vivificó a Andalucía, porque todo movimiento autonomista, requiere un padre de la patria”

Muchas gracias.

¡Viva Andalucía Libre!

 

Educación y Blas Infante. Claves para hoy.

En primer lugar, quiero agradecer la invitación a participar, con estas palabras, en este acto de recuerdo del asesinato de Blas Infante en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936. Como investigador y docente, desde 1989, pretendo conocer la figura del nombrado por unanimidad por el Parlamento de Andalucía como Padre de la Patria Andaluza y es, por ello, un honor estar aquí. Representa un momento inolvidable y muy emocionante. Muchas gracias.

Como nos dijo Isidoro Moreno, en este mismo lugar, hace dos años, este es un acto para reivindicar y rememorar. Este es un acto para acompañar el recuerdo con la crítica. De mirar y aprender de la Historia, pero sin que la Historia sea un obstáculo para tener un futuro. Para que no nos amputen la memoria, porque, como bien dice Antonio Manuel, “dejaríamos de ser lo que somos”.

La Fundación Blas Infante lleva cuatro décadas organizando este acto. Unas veces, en colaboración con el Gobierno Andaluz y, en los últimos años, creo que acertadamente, en solitario, pero acompañada de numerosos colectivos representantes de la vida institucional, cívica y política y personas procedentes de multitud de lugares.

Probablemente, hace cinco o seis años atrás, este sería un momento más de afirmación andalucista inserto en esa larga trayectoria. Pero hoy, cuando ya estamos culminando el primer cuarto del siglo XXI, la situación ha cambiado. Y mucho.

Ha cambiado porque hemos observado atónitos cómo la bandera que detuvo a Infante en su casa de Coria ese fatídico 2 de agosto de 1936, ha ondeado en un despacho de nuestro Parlamento.

Porque hoy, el fascismo pretende ridiculizar al andaluz de Casares con el insulto que como sabemos, es el argumento del ignorante.

Porque hoy, el fascismo se pone nervioso ya que la televisión andaluza y la Fundación Blas Infante van a mostrar, con seriedad y rigurosidad, la Historia de Andalucía escrita desde Andalucía, como hizo Juan Antonio Lacomba; y ahí, amigas y amigos, ellos no salen muy bien retratados. El asesinato que rememoramos hoy es un buen ejemplo.

Por ello, insisto, considero que es tan importante, o más, estar aquí y ahora, como lo fue en los años de la Transición Democrática. Recordando y reivindicando.

Como docente y pedagogo, mi intención es expresaros, a través de estos párrafos, cómo Infante, defiende una educación para Andalucía. Y creo oportuno hacerlo cuando se cumplen cien años de la publicación de dos libros suyos muy relacionados con la enseñanza: La Dictadura Pedagógica y Cuentos de Animales. Y también porque considero necesario reconocer esa faceta del casereño.

Ahora bien, no pretendo dar una extensa conferencia sobre el asunto. Solo quiero hablar desde las propuestas educativas de Infante, mostrar algunas claves del pasado, pero inspiradoras, “útiles”, dirían algunos, para nuestro andalucismo en 2021.

Blas Infante vive unos años en los que la Pedagogía adquiere una gran repercusión. En esas décadas, hay ejemplos de pedagogas, muchas aún ocultas, y pedagogos que intentan remediar el desastre de la España de inicios del siglo XX con la transformación del sistema educativo.

Conocemos los casos de Carmen de Burgos, Rosa Sensat, María de Maeztu, la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y Giner de los Ríos, o la experiencia de Ferrer i Guardia de la Escuela Moderna, las Escuelas del Ave María manjonianas, entre otros.

Infante, como esos personajes, también ubica la pedagogía como pilar fundamental del andalucismo. Llega a defender una sociedad donde los “Gobernantes sean Maestros: Estado que sea escuela. Política que sea arte de Educación”.

Para él, en pocas palabras, la educación es la vía de la liberación de la Andalucía explotada. Lucha por la formación del jornalero, y abre centros andaluces a modo de ateneos populares para dar charlas, conferencias, publicar revistas y libros, exposiciones, … en un buen número de municipios.

Tres son los puntos sobre los que giran sus propuestas en esta materia y que aún continúan vigentes.

En primer lugar, la importancia de la educación y la formación. Infante considera necesario formar al jornalero para convertirlo en agricultor. Hacerlo propietario de la tierra que trabaja y con los conocimientos técnicos necesarios. Y es, en ese tránsito, cuando el agricultor asume la conciencia. La Educación se convierte en el instrumento regenerador de la Andalucía campesina: “una acción de pedagogía social, ordenada al desarrollo de la conciencia colectiva”, escribe en su momento. Y añade: “No hay otro medio que la educación para que la verdad llegue a apoderarse del sentimiento, convirtiéndose en voluntad: hasta que la idea se transforme en deseo, y se funda con el querer”.

Es muy crítico con el sistema educativo de ese momento. Llega a sostener en uno de sus manuscritos que “el hombre es un niño encerrado en la cárcel de la educación”. Casares, Archidona, Málaga y Granada, son los escenarios de su formación primaria, secundaria y universitaria, respectivamente. Allí observa las “escuelas como cuadras” y la “bárbara pedagogía”.

Pero a pesar de ello, defiende la necesidad de una escuela pública andaluza: “El Poder público es evidentemente, el encargado de guiar la realización de políticas (…) de educación”. En Manifiestos, artículos y manuscritos se muestra a favor de una educación gratuita y obligatoria en los primeros “grados”, y con enseñanzas profesionales también dirigidas a toda la población, donde no haya diferencias entre hombres y mujeres.

Este es un mensaje de enorme actualidad para la Andalucía de hoy. Un siglo después de estos textos, hay que seguir defendiendo la educación.

Si a las élites del siglo XIX les parecía un peligroso disparate que existiera un sistema educativo público, con una etapa obligatoria desde los 6 a los 9 años, donde se enseñara a leer y a escribir, las cuatro reglas de aritmética y la Religión, y, además, para colmo, también a las niñas; hoy, esas ideas se disfrazan con mensajes actualizados, pero con intenciones muy antiguas.

Esos discursos afirman, sin ningún rigor, la escasa “utilidad” o necesidad de más formación de nuestros jóvenes andaluces. Consideran un problema que estudien “por encima de sus posibilidades”, o defienden eso de la “sobrecualificación”.

Sin embargo, hemos de saber que, en todo el Estado, no se abre una universidad pública desde hace 24 años -la última la Pablo de Olavide en 1997-. Pero eso sí, desde entonces se han abierto 21 universidades privadas.

Mientras tanto, el Ayuntamiento de Málaga pretende alquilar -cesión demanial, dicen- suelo público a dos empresas dedicadas a dar títulos superiores, a las que les llaman universidades privadas, a cuatro euros el metro cuadrado al mes, en una zona donde su valor medio es el triple.

Mientras tanto, en Andalucía, para el próximo curso, se cierran 529 aulas públicas de educación primaria y educación infantil. Dicen que es por el descenso de la natalidad. Sin embargo, se olvida que podría ser una buena ocasión para disminuir la ratio e incidir en el aumento de la calidad educativa en esas etapas.

Todo engarza. Todo forma parte de un discurso que trata de convencernos de que hay un exceso formación. Eso sí, lo que sobra es la enseñanza pública, la privada, no.

La segunda idea básica de Infante es su énfasis en la libertad. Libertad de enseñanza. Libertad de los pueblos, libertad de las personas.

A comienzos del siglo XX, el minúsculo sistema educativo andaluz se ha construido contra los intereses de las clases explotadas. Un sistema desde donde se pretende construir y homogeneizar un Estado fallido, el español, a fuerza de eliminar las diferencias culturales y ensalzar una monarquía caduca, corrupta, que intenta sobrevivir unos años más, incluso agarrándose al Dictador Primo de Rivera.

En ese contexto, es obvia la defensa de la libertad de enseñanza de Infante, para que sean las madres y los padres quienes lideren la educación de sus hijas e hijos. Respalda la educación andaluza dirigida a los andaluces y para Andalucía. “El problema de la educación (…) entraña la redención de Iberia, de Andalucía y del Mundo”.

Ahora bien. Infante sitúa la libertad en paralelo a la igualdad. Libertad e igualdad caminan de la mano. Libertad ejercida entre pueblos iguales. Ejercida entre mujeres y hombres iguales, y entre personas iguales.

En el siglo XXI, cuando tanto se defiende la libertad, estamos obligados a conocer quién la pone en un cartel electoral, quién la vocifera en las calles, quién la incluye como señuelo en sus aparentes discursos amables y, por supuesto, edulcorados con una afable sonrisa. Con seguridad, nos daremos cuenta de que, a esos, se les olvida la igualdad.

Defender solo la libertad sin igualdad, supone dar más libertad al poderoso. Un poderoso sin regulación es el fin de la igualdad. Un poderoso suelto es dañino para cualquier sociedad. La libertad, sin igualdad, es un trampantojo. Una caricatura, donde el que menos tiene siempre sale perdiendo. Pepe Aumente escribe en 1992, “La libertad de mercado conduce indefectiblemente a una especie de selva, en la que siempre el fuerte destruye al débil”.

Y la tercera y última idea: la Cultura Andaluza en la escuela. Para Blas Infante, la educación es esencial para la generación de una conciencia. Para la construcción de una nación. Sí. Una nación. Así de claro. Dejémonos ya de titubeos y de atajos semánticos. En 2010, nuestro querido Pedro Ruiz Berdejo nos lo puso muy clarito en el título de uno de sus libros: “Andalucía es una nación: con sujeto, verbo y predicado”.

Efectivamente, las oraciones generalmente necesitan un sujeto, pero también deben expresar una acción, un estado, un proceso. Y para eso están los verbos y los predicados. De lo contrario, la frase está incompleta. Andalucía no es solo un sujeto.

Y para re-construir y conservar una nación hace falta enseñar a las generaciones más jóvenes su cultura, su identidad. Hacerles cómplices en el sentimiento. Del sentimiento se llega a la conciencia como pueblo. Lo emotivo se cruza con lo racional. De la pasión se pasa a la acción.

La educación, por consiguiente, es fundamental. Es básica. Infante así lo propugna. En sus centros andaluces se imparten clases de Historia de Andalucía, defiende que la enseñanza debía partir de lo próximo, lo más inmediato al estudiante; o apoya las reivindicaciones de las maestras y maestros rurales andaluces sometidos al cacique que le abona sus sueldos en función de su grado de sumisión al poder local.

Y es aquí donde llegamos al punto esencial de sus ideas sobre la enseñanza. Él diseña un programa de política educativa pensando en Andalucía y con el marco andaluz. Y, amigas y amigos, eso no lo hizo nadie.

Hoy es momento de reivindicar el andalucismo en la educación, como hizo Infante. Cuando tenemos jóvenes que no defienden el ser andaluz o no son partícipes de ese sentimiento, se debe a que son resultados de la anestesia inoculada a través de un sistema educativo gestionado un gobierno andaluz durante los últimos cuarenta años.

En una papelera quedó la denuncia que realizamos en el año 2000, como Asamblea Civil por Andalucía, junto a Paco Casero, sobre la ausencia de la Cultura Andaluza en más de cincuenta libros de texto de las grandes editoriales. Denuncias respondidas por la Consejería con un Decreto eliminando su obligación de promover esos contenidos.

Olvidado quedó el Programa de Cultura Andaluza, de finales de los años ochenta, que incluía no solo un repertorio de contenidos mínimos a impartir en las escuelas, sino también cursos de formación inicial del profesorado, anteriores a su incorporación a su puesto de trabajo.

Atrás quedaron los seminarios permanentes, los cursos de actualización didáctica sobre este asunto, o los materiales que la Consejería de Educación proporcionaba a los docentes para impartir sus asignaturas.

Hoy en nuestro sistema educativo aún se usan libros de texto que olvidan o mencionan muy de pasada los contenidos andaluces o usan estereotipos sobre el ser andaluz. O se organizan muy pocos cursos de formación permanente sobre el tema … Aún hay centros donde Andalucía solo aparece en fechas próximas al 28 de febrero, a la hora del desayuno con mollete y aceite de oliva.

Eso sí, también contamos, a pesar de todo, con la acción, diría, heroica y voluntarista de docentes concienciadas, quienes lo hacen sin prácticamente ninguna ayuda institucional.

Termino. Hace tres meses, el pasado 27 de mayo, el Partido Popular, Ciudadanos y Vox votaron a favor de una moción en el Parlamento Andaluz para eliminar el lenguaje inclusivo de los manuales escolares; en Murcia están a punto de introducir el pin parental en los centros educativos; en Andalucía, el pin parental aparece como uno de los puntos del acuerdo entre PP y VOX.

En otros países, donde el neofascismo del siglo XXI ya ha llegado al poder, han prohibido cualquier alusión a la homosexualidad en los colegios…

Hoy, desde la perspectiva de la educación, se hace necesaria la acción del andalucismo infantiano no solo para defender lo conseguido, porque no se trata de ser conservadores, sino para trabajar, desde el conocimiento de lo que “fuimos”, para conseguir más poder andaluz.

Para diseñar un modelo educativo -no solo un sistema- andaluz diferente, propio, basado en los valores de nuestro pueblo: la cooperación, el diálogo, la diversidad y la vida en comunidad, frente a otros modelos donde imperan las reválidas, la homogeneización, la segregación y las evaluaciones selectivas.

Porque tenemos una diversidad “inyectada en la sangre y una riqueza cultural infinita”, como bien escribe Miguel Ángel Martínez. Un modo de ser que requiere un modo, otro modo, de educar.

Hoy, más que nunca, es el momento de exclamar con ímpetu reivindicativo, todos y todas, ese grito pronunciado por primera vez en una manifestación en 1919 en Córdoba, y que Infante también pronunció en el momento de su asesinato: Viva Andalucía Libre.

Muchas gracias.

Buenos días. A las personas, instituciones y asociaciones que hoy nos acompañáis, dedicando vuestro tiempo a la asistencia de este 85 aniversario del asesinato de Blas Infante, la Fundación que lleva su nombre, os da la bienvenida.

Emulando a nuestros intelectuales “Ni el pasado ha muerto, ni está el mañana en el ayer escrito”. “Somos el único pueblo peninsular a quien le fue prohibido hasta el goce del recuerdo”. “Hasta nuestra historia llegaron a enterrar”. En el principio fue Andalucía. La Andalucía que será una realidad con conciencia de sí, con el pensar y sentir en andaluz, con sentimiento de identidad.

“La rebeldía ante lo injusto es la más alta de las virtudes”. ¡Ah, Infante! Esa rebeldía te llevó, a esa madrugada funesta, donde te fue arrebatada la vida por orden directa del General Queipo de Llano, según las palabras que Manuel Díaz Criado. ”el ángel exterminador”, le hizo llegar por persona interpuesta a la propia esposa, a Angustias García.

Esa rebeldía es la que un cuatro de diciembre hizo que tomáramos la calle, que dijéramos que verde y blanca era nuestra sangre. Esa rebeldía dio el SÍ definitivo al apoyo a la Autonomía, reivindicaba a los andalucistas de antaño confirmando con sus voces, el andaluces levantaos, desde el trigo hasta la mar. ¡Ay! Ese cuatro de diciembre, “luchando por nuestra gente, España y la humanidad”.

Tú Infante, hombre humilde, sencillo e humano, un intelectual aprendiz del humanismo. Tú Infante, renaces en cada andaluz que lleva un proyecto de esperanza y justicia para Andalucía. Por ello, igual que a ti las palabras de Méndez Bejarano “El nacionalismo andaluz no ha muerto” te hicieron vibrar y extraer de ti tu pasión singular, hoy esas mismas palabras son el germen cada vez más vivo para seguir en una Andalucía donde intervenir es transformar y aunque estemos separados, no estamos solos. Porque, “¿cómo es posible que no me entiendas, si tu memoria está escrita en el sur?”

“Porque las cosas existen cuando se nombran. Y sólo cuando se nombran existen”. ¿Verdad, Antonio Manuel? Por ello, a las personas, como Manuel Herrera, impulsor del flamenco donde los hubiera, patrono de la Fundación, miembro activo en este acto cada año, hoy te hacemos presente nombrándote, porque esto es un encuentro de memoria.

Como Clavero Arévalo, artífice del artículo 151 en el texto constitucional, sin el cual no hubiera sido posible el referéndum del 28-F, ni la realidad nacional en el Preámbulo de nuestro Estatuto. Persona digna de vivir según sus ideales, mostró su libertad y lealtad por Andalucía en sus actos personales y profesionales. Pensaste y sentiste en andaluz, Gracias.

(Un aplauso para ambos, por favor)

No quiero dejar pasar en estos momentos el hacer mención a una de las obras de Infante, donde manifiesta su amplia dimensión humanista y lo avanzado de su pensamiento defendiendo la necesidad de vivir en armonía con el medio. Es el centenario de su obra “Cuentos de animales”, obra de la que recomiendo su lectura. En ella nos acerca a su concepción de la libertad, del amor, de la naturaleza, de la esencia de la vida, de la convivencia, de la lealtad, de manos de la sociedad de los lobos, de la sociedad de los ratones y de la sociedad de las hormigas. Nos hace ver la contraposición entre la minoría y la mayoría, entre lo individual y lo colectivo y más, que desde la individualidad con solidaridad y colaboración podemos llegar a lo colectivo como unidad. Eso es importante. Lo colectivo como unidad. Ese colectivo es nuestro pueblo en sí. Infante, tu lucha y tus palabras están presentes hoy.

Daros la bienvenida a este acto, que hasta el solano, el lorenzo quiere estar presente. Gracias por compartir este acto un año más.